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Lucas Tort

Las Posibles Tarifas de Trump a la Industria del Cine, ¿Son una Amenaza a la Animación?

El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sugerido a través de un posteo en la red social Truth Social, la posibilidad de implementar tarifas del 100% a “todas las películas producidas en el extranjero”. Como todos los anuncios de Trump en redes, hay que tomarlo con pinzas y analizar detenidamente la coyuntura detrás del mismo.

Las palabras exactas de Trump fueron:

La industria del cine en América está MURIENDO una muerte muy rápida. Otros países están ofreciendo todo tipo de incentivos para atraer a nuestros cineastas y estudios y alejarlos de Estados Unidos. Hollywood y muchas otras áreas dentro de EE.UU. están siendo devastadas. Esto es un esfuerzo coordinado por otras naciones y, por ende, una amenaza a nuestra seguridad nacional. Es, en adición a todo lo demás, ¡mensajería y propaganda! Debido a esto, estoy autorizando al Departamento de Comercio y Representantes Comerciales de Estados Unidos a comenzar inmediatamente el proceso de instituir una tarifa del 100% a todas las películas que lleguen a nuestro país y fueron producidas en el extranjero. ¡QUEREMOS QUE SE HAGAN PELÍCULAS EN AMÉRICA DE NUEVO!

Hay mucho que diseccionar en el mensaje de Trump, comenzando por el estado de la industria cinematográfica estadounidense.

La Industria del Cine en Estados Unidos Está MURIENDO

Esto es, como muchos comentarios del presidente del país, una exageración, pero, a diferencia de otras hipérboles similares que ha soltado el mandatario, esta tiene raíz en una situación real.

La producción de filmes en Los Ángeles, California (hogar de Hollywood) ha disminuido en los últimos años, de acuerdo a reportes periódicos de la organización FilmLA. Esto tuvo una serie de agravantes como la pandemia del Covid-19, las huelgas de actores y escritores y los recientes incendios fuera de control en California durante finales de 2024, pero uno de los factores más incisivos en esta problemática, es que los estudios están eligiendo otras locaciones porque es económicamente más beneficioso.

Si nos enfocamos en animación, ya hemos reportado que grandes de la industria como Disney o Dreamworks han tercerizado servicios de animación y post-producción al extranjero, incluyendo países como Canadá, Japón y Corea del Sur, mientras que otras compañías han realizado parte de sus producciones en Europa. Ejemplos de esto pueden ser estrenos recientes como “Moana 2” o “Dogman”.

Un reporte de CVL Economics comisionado por el Gremio de Animación de Estados Unidos diseccionó el estado actual de la industria y halló que, mientras a nivel global la industria aumenta sus producciones, siendo China, Corea del Sur, Canadá y Australia los líderes en este aspecto, entre los años 2020 y 2024 Estados Unidos no solo no aumentó, sino que disminuyó la cantidad de títulos animados comisionados.

Hay una problemática real que está afectando a la industria de animación en el país norteamericano, pero… ¿Se trata de un complot?

“Esfuerzo Coordinado” y “Amenaza de Seguridad Nacional”

Aquí es cuando Trump deja de exagerar y, cuánto menos, está desinformando.

Es cierto que otros países han ofrecido atractivos incentivos económicos en la forma de excepciones fiscales, también es verdad que muchas compañías, entre ellas numerosas estadounidenses, han optado por mudar parcial o totalmente la producción de filmes animados a dichos países, pero lo que no es cierto es que el pobre Hollywood estaba de manos atadas ante el coordinado esfuerzo de los enemigos extranjeros.

La tierra de los años dorados del cine fue rey del séptimo arte durante muchos años y tal vez esto ocasionó que se volviera complaciente. “¡Para cumplir tus sueños de hacer cine debes ir a Hollywood!”, nos vendían los filmes estadounidenses, pero si bien esto en algún momento estaba más cerca de ser una realidad, hoy se ha alejado bastante, especialmente si hablamos de animación.

El arte de crear filmes animados muchas veces ni siquiera requiere estar en la misma habitación que tus colegas, cosa que quedó demostrada cuando la industria fue de las que mejor sobrellevaron e incluso crecieron durante la pandemia. Por eso, no fue difícil para las empresas mudar esa fuerza de trabajo a otros países, generando un impacto económico negativo importante en California.

Si tomamos a Canadá como ejemplo, en el año 1995 introdujeron una legislación llamada “Canadian Film or Video Production Tax Credit” o CPTC, que brindaba un crédito reembolsable del 25% de impuestos sobre la mano de obra calificada que participara en una producción. Lo destacado de esta política es que incluye producciones animadas. Es importante destacar esto, porque California cuenta con legislación similar que, según críticos, no es tan generosa como la canadiense, pero, más importante para nuestro enfoque, no incluye animación.

Recientemente políticos en el estado californiano han propuesto un proyecto de ley que, finalmente incentivaría a la animación, brindando un crédito fiscal de 35% a películas, series y cortos animados con un presupuesto mínimo de USD 1 millón. También expande el tope anual del programa de USD 330 millones a USD 750 millones.

De esta forma, Estados Unidos comienza a reconocer la industria como una que vale la pena fomentar, pero este proyecto aún no es ley y llega 30 años tarde, por lo que el daño puede ya estar hecho. Aunque, ese daño sin dudas sería menor al de las tarifas propuestas por Trump.

Cómo Afectaría una Tarifa del 100% a la Industria de Animación Global

Cómo sabemos poco acerca de esta nueva política que el inquilino de la Casa Blanca propuso a través de su red social, tendremos que especular acerca de posibles aplicaciones y sus consecuencias.

Debemos aclarar que las tarifas, especialmente en una industria como el cine, son una herramienta confrontativa. Ejemplos anteriores demuestran que la forma que tradicionalmente se utilizó para fomentar la producción nacional, es la de incentivar a través de políticas económicas que favorezcan una mayor rentabilidad para las compañías involucradas. Sin embargo, las tarifas ocasionan que producir en territorios fuera de EE.UU. sea más costoso si es que se quiere estrenar en el país. Ponen a las productoras en la difícil situación de elegir entre ahorrar costos o estrenar en el mercado estadounidense, y el mandatario cuenta con esto cuando realiza su anuncio.

Pero del anuncio a la práctica hay una diferencia enorme, especialmente si nos basamos en políticas de Trump en otros ámbitos.

¿Cómo definimos una producción extranjera? ¿Se trata de una película enteramente filmada fuera de EE.UU. o con qué solo una parte de ella lo estuviera se le aplicaría una tarifa adicional del 100%? En el caso de la animación, si la totalidad de la película tuviera que ser animada por manos estadounidenses, esto sería devastador para una industria famosa por diversificar.

Si esto último se cumpliera, las grandes compañías como Disney o Dreamworks, al verse forzadas a aumentar costos produciendo dentro de Estados Unidos, deberían disminuir su producción de obras animadas, mientras que la animación independiente sufriría un golpe irremediable. “El Rey de Reyes”, película producida por Angel Studios que estrenó el mes pasado y tuvo muy buena recepción en EE.UU., fue animada enteramente en Corea del Sur. Filmes producidos enteramente fuera del país como “Flow”, “Memorias de un Caracol” o “Robot Dreams” tal vez no se hubieran estrenado allí, eso a su vez haría que no fueran elegibles para premios como Los Oscar, lo que simultáneamente les daría menos visibilidad y empeoraría su atractivo ante una distribución global. Se trata de una compleja cadena de eventos que dañaría de gran forma a la animación global e, irónicamente, también a la industria doméstica estadounidense.

Claramente la idea tal y como Donald Trump la posteó, jamás va a concretarse. Pero la posibilidad de que otra versión de una tarifa a la industria de la animación pudiera aplicarse, especialmente si esta se basa en dónde se produjo la obra, es motivo real de preocupación para grandes y pequeñas producciones.

Estas posibles medidas de la Casa Blanca actúan como una reacción violenta a una cruda realidad. Que el país norteamericano está perdiendo mercado y relevancia ante un creciente interés global por el cine y, puntualmente, por la animación. Son una forma de intentar remediar años de descuido de gobiernos estatales y federales, republicanos y demócratas, que pensaron que cómo el país fue en su momento el epicentro de la de las grandes producciones audiovisuales, lo sería por siempre.

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