La Segunda Guerra Mundial, además de ser un período de la historia plagado de historias trágicas, también ha sido, seguramente por esto, uno de los eventos bélicos más explorados a lo largo de distintas formas de arte, especialmente en el cine.
Algo que a día de hoy parece lejano aún cuenta con algunos de los actores involucrados, víctimas y victimarios, caminando entre nosotros.
Es justamente esta memoria, la que el filme de 2024 recientemente estrenado en cines sudamericanos, “La Carga Más Preciada” (original: “La Plus Précieuse des marchandises”), viene a retratar utilizando una bellísima animación en 2D.
“Sacar Belleza de Este Caos es Virtud”

El filme tuvo una producción interrumpida, típica de cualquier película que comenzó a rodarse en 2019 y tuvo que atravesar la pandemia. Fue animado por 3.0 Studio, responsables de “Zarafa” (2012) y “La Tortuga Roja” (2016), y podemos notar el sello del estudio en este filme, de crear una experiencia meditativa, con fuerte presencia de la naturaleza, aunque estemos en una historia rodeada de guerra.
La premisa, basada en una novela del mismo nombre escrita por Jean-Claude Grumberg, nos cuenta acerca de una bebé a la que su padre arroja de un tren que iba camino a Auschwitz y es adoptada por un humilde leñador y su esposa. Su llegada cambiará la vida de la pareja, así como su forma de ver el mundo.
Sería muy fácil que el filme se incline visualmente hacia el aspecto trágico de la historia, y por ocasiones lo hace, pero es en momentos casi místicos de la cinta en dónde la animación brilla más. La madre adoptiva de la criatura considera que la pequeña es una “bendición del tren”, debido a que la encontró junto a las vías. Este hecho es potenciado visualmente y el filme casi que le brinda al tren un estatus divino, con cada aparición más ominosa que la anterior. Narrativamente esto funciona porque el tren ha dado vida (cuando “entregó” a la pequeña niña) y también las ha quitado cuando llega a su destino.
La película se divide, de forma muy marcada a mi entender, en dos partes. La primera es antes de que deban abandonar su pequeña cabaña, pobre pero pacífica, rodeada de nieve en dónde el blanco contrasta con los personajes hasta que llega la primavera. Aquí el uso de la luz es algo que me llamó la atención, colándose entre la vegetación para iluminar los rostros de los personajes, por momentos puedes olvidar que fuera de ese pequeño mundo hay una cruda guerra.
La segunda mitad es cerca del final de la guerra. Ese tranquilo rincón de nuestros personajes se ve invadido por el belicismo de soldados, cañones y la sensación constante de peligro que acecha al escapar. Estos factores, sumados al hecho de que el filme comienza a enfocarse también en el padre biológico de la pequeña, condenado a los campos de concentración de Auschwitz, impactan en el visual del largometraje, que se vuelve mucho más sombrío, trágico, por momentos afín a una película de terror. Algo mucho más esperable de un retrato de la 2da Guerra, pero no por eso menos impactante.
Así es como la identidad visual de la obra logra efectivamente lo que propone a nivel narrativo, el amor y el horror, la paz y la guerra. Ahora solo resta ver como maneja el guion del filme esta dualidad.
Un Balance Entre Dos Sentimientos

Michel Hazanavicius, director de la cinta, también la coescribe junto a Jean-Claude Grumberg, en el que es un guion que, como sus diseños de personaje, tiene líneas muy marcadas.
El desafío de esta historia es, como mencionaba en el apartado visual, transmitir dos sentimientos, contar dos historias paralelas. La de un padre y una hija separados, grabando en la mente de la audiencia el dolor ocasionado por un brutal genocidio. Esto no es algo fácil, porque ambas narrativas que ocurren de forma simultánea son naturalmente distintas. La de la bebé, que luego crece hasta volverse un infante, si bien trágica, también tiene esboces de esperanza, pequeños momentos en dónde su madre adoptiva logra darle una cama caliente, o la ve jugar con una cabra, son detalles que iluminan una experiencia oscura. La narrativa del padre es, casi en su totalidad, sombría. Esto pasa con razón, sería hasta cuestionable retratar los brutales campos de concentración nazis como otra cosa más que terribles, pero en una historia de balances es verdad que esto inclina bastante hacia un lado, casi abrumando.
¿Es esto una forma de decir que una película con foco en el holocausto es muy dura? Para nada, es solo que la dureza de la historia claramente no es el foco, pero por el tiempo que se le dedica y la intensidad de las visuales, casi se termina robando los reflectores. Es una pena, porque ya existen otras historias que abarcan ese aspecto de la 2da Guerra, pero no he visto muchas que hablen de la separación familiar, de las cicatrices que estas dejan y que algunas personas incluso tuvieron que seguir viviendo con esta carga.
La experiencia entonces se siente desconectada, es como ver dos películas del mismo tema. Buenas películas, cabe aclarar, pero en el salto entre una y otra, al menos en lo personal, sentí que me salía de la experiencia.
Estamos ante un filme bello, duro, con una visión que creo a fin de cuentas que logra y un ritmo entre dos formas de contar la historia que creo se podría haber hecho distinto, pero para nada me impide recomendar esta gran película.