Cuando hablamos de “la industria de la animación”, lo hacemos en el entendido de que es justamente eso, una industria qué, cómo tal, produce para el consumo. Aunque esto a veces puede resultar contradictorio porque pensar en el arte como un bien destinado a su consumo y no su apreciación puede llevar a devaluarlo o no terminar de comprender su significado.
Esto es un prólogo para decir que, en los últimos años, los grandes jugadores del espacio, ya sean servicios de streaming, grandes estudios o países que brindan más apoyo al medio animado, han comenzado a tomarse más en serio que la animación puede ser un producto muy redituable.
Películas animadas como Minions o Intensamente 2 que superan los mil millones de dólares en taquilla, cifra que en un momento solo estaba reservada para franquicias enormes (como las de Marvel) o producciones colosales (como Avatar, de James Cameron), ya no son una rareza. No es la norma, pero se ha vuelto un fenómeno posible cuando antes era considerado imposible.
Las consecuencias de esto son variadas y complejas, tanto que podrían abordarse en su propia cobertura, pero en el día de hoy me quiero enfocar en los riesgos, quiénes pueden permitirse tomarlos o quiénes prefieren con todas sus fuerzas evitarlos.
De Letonia, con Amor.
Flow, es una película animada estrenada a finales del 2024 y que llegará a la mayoría de países de Latinoamérica en febrero de 2025.
Se trata de una co-producción entre Letonia, Francia y Bélgica (la mayoría de la producción se realizó en el primer país) e incluso en los próximos Premios Oscar es la candidata de Letonia a Mejor Película Internacional.
Aquí es cuando hablamos de quiénes pueden permitirse riesgos. Este tipo de colaboraciones internacionales normalmente ocurren con fondos de fomento al arte de varios países, pero aún con este esfuerzo colaborativo el presupuesto de Flow es, a lo sumo, de unos 4 millones de euros (dicho por el propio director en una entrevista).
Dependiendo del contexto esta cifra anterior puede sonar enorme, pero en el ámbito de las grandes películas animadas se trata de una fracción de, por ejemplo, los 200 millones de dólares que costó Intensamente 2 o los 78 millones que costó Robot Salvaje.
Este es un aspecto a tener en cuenta ya que, con un mayor presupuesto es más difícil recuperar esa inversión inicial. Es por eso que muchas películas animadas recientes optan por no tocar temas que puedan alienar a algunos públicos y suelen alejarse de propuestas de animación experimentales.
¿Cuáles serían esas propuestas arriesgadas? En este caso, Flow nos trae una película enteramente protagonizada por animales, sin diálogo y con un mensaje evidentemente ambientalista. En contraste, se reportó hace algunas semanas que Disney/Pixar estarían tratando de diluir mensajes ambientalistas en una de sus siguientes películas, Hoppers (Fuente: The Hollywood Reporter).
A esto me refiero, hay mensajes “universales” que son preferidos por las películas de grandes presupuestos por sobre algunos más “controversiales” pero es aquí, en una película de menor presupuesto, con una mano muy marcada de su autor, que podemos encontrar refugio de las tendencias.
Un Nombre. Gints Zilbalodis.
Otro aspecto que no debería, pero que en últimos años se viene asociando a riesgos, es la visión de un autor. El cine de autor es algo personal y muchas veces una historia basada en las experiencias y visión del mundo de una sola persona puede no resonar con todo el mundo. Por eso es de apreciar cuando un cineasta como el lituano, Gints Zilbalodis, pone tanto de sí mismo en un solo proyecto.
No los culpo por no conocerlo, se trata de un autor de 30 años que ha ganado reconocimiento en años recientes. Comenzó realizando cortos animados hace más de 10 años, pero no fue hasta Away, una película realizada enteramente por él en el año 2019, que obtuvo reconocimiento en la escena internacional, tanto en Annecy como nominado a los Annie Awards.
Fue este primer filme el que, aunque flaqueando un poco en aspectos técnicos, demostró el buen ojo de su director a la hora de retratar la naturaleza en sus distintas formas y le daría el suficiente reconocimiento para participar en una coproducción.
Con Flow también lo vemos hacerse cargo de varios roles. Dirigió, produjo, editó, se encargó de dirección de fotografía y de arte y también participó en la música de la película, pero esta vez contó con el apoyo de un pequeño equipo en Letonia y de dos estudios que se encargaron de la animación de personajes en Francia y Bélgica.
Este apoyo adicional y su rol tan involucrado en la cinta le permitió pulir todos los aspectos de su anterior trabajo de 2019 y elevarlos tremendamente.
Un Antes y un Después.
La película nos pone en las patas de un gato, un animal asociado con la independencia y la precaución, en un mundo postapocalíptico, seguramente a causa de un desastre natural. Es este el animal que, por motivos más allá de su control, deberá colaborar con otros animales muy distintos con el objetivo de intentar sobrevivir a las desafiantes condiciones climáticas de este nuevo planeta Tierra.
Es una historia simple pero necesaria cada cierto tiempo. Unión a pesar de las diferencias para enfrentar una amenaza común, especialmente una relacionada a factores climáticos.
Visualmente es que el equipo parte de esta premisa para darle una identidad al mundo. Zilbalodis sigue demostrando el buen ojo visto en Away, para retratar no solo paisajes naturales, sino a los propios animales, quienes se comportan como tal. No sientes que estás viendo humanos comunicarse a través de animales, sino a estos últimos interactuando en un estado casi natural, haciendo uso de expresiones faciales orgánicas en un mamífero.
Aunque sin dudas mi factor favorito de la película es la fotografía. Aquí debo tomarme un momento para hacer una pequeña aclaración…
Cada cierto tiempo hay una película que siento que marcará o debería marcar un antes y un después en la industria, establecer nuevas tendencias y ser una lección para otros creativos del medio. Lo fue la primera Shrek a principios de la década de los 2000, introduciendo a una generación no solo al potencial de la animación en CG sino también al distanciarse del modelo Disney; lo fue Spiderman: Into the Spiderverse, al establecer tendencias visuales que buscaban la armonía entre las dos y tres dimensiones y acabamos viendo en varias películas posteriores; y también siento que Klaus, estrenada en 2019, debió ser un momento de aprendizaje a la hora de hacer nuevas películas en dos dimensiones, pero ya han pasado 6 años y esto no sucedió.
Todo lo mencionado anteriormente es para dar contexto cuando digo que creo que el uso de la cámara en Flow es algo que puede ser tomado como lección e influir futuras películas animadas si es que Hollywood está dispuesto a escuchar. El hecho de que esta sea una película de bajo presupuesto hecha en Blender permitió que el equipo utilizara herramientas diferentes a las que hoy son estándar en las grandes producciones. Les dio la posibilidad de probar una y otra vez nuevos ángulos, ajustes de forma más rápida y llegar a hermosos planos bajo el agua, secuencias de persecución llenas de adrenalina o momentos cuasi místicos de forma magistral.
¿Es Flow la película más pulida de 2024? Definitivamente no. Pero creo que la razón de por qué seguirán escuchando de este filme esta temporada de premios es que la gente, audiencias y votantes, tampoco buscan eso. Es bueno ver una película cuidada, pero es hermoso ver una que se arriesgue y consiga, que a pesar de no perfeccionar todos sus aspectos termine por innovar y, con suerte, ser el principio de muchas otras que tratarán de seguir sus pasos.
Flow ya se estrenó en México y llegará a Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Honduras y España este mes de enero. El resto de Latinoamérica deberá esperar a febrero. ¡Consulten en sus cines!
Perspectiva Animada dice: EXCELENTE PELÍCULA.
Agradecimientos especiales a Movie_uy, quien nos permitió ver la película de forma anticipada.